Breve historia del pene [4] La última cruzada

                          En en los albores del siglo XX Sigmund Freud llevó al órgano sexual masculino a pasear por los nebulosos terrenos del subconsciente humano. De objeto de estudio en las salas de anatomía patológica, el miembro viril pasó a recostarse en el diván del psicoanalista y a cargar, sobre su indefensa e invertebrada anatomía, la responsabilidad de haber dividido a los seres humanos en dos grandes grupos: aquellos que lo tienen y aquellas que lo envidian. De acuerdo a la teoría freudiana, esta simple dicotomía sería capaz de explicar el comportamiento de hombres y mujeres en cada una de las etapas de la vida.

    Lo cierto es que Freud fue el más famoso, pero no el único de los investigadores de la psique que se anotó en esta nueva ola de obsesión por el pene. Sus enunciados no dejaron de protagonizar polémicas, así como posteriores estudios, por parte de psicólogos, sociólogos y filósofos como Jacques Lacan, Melanie Klein o Simone de Beauvoir, entre otros.

       
     Varias décadas más tarde, un zoólogo de profesión se encargó de levantar al pene del diván del psicoanalista y presentarlo en sociedad con un enfoque bastante más práctico y medible. Alfred Kinsey -quien había abandonado sus estudios sobre las avispas para dedicarse de lleno a hurgar estadísticamente en la sexualidad humana-  realizó una clasificación general de las dimensiones fálicas de la población masculina a nivel mundial.  Sus conclusiones fueron parte del famoso informe publicado en 1948 y aunque los métodos utilizados por el investigador fueron desmerecidos por muchos, el público general pareció hallar en esta publicación la respuesta a su eterna curiosidad sobre de las dimensiones del órgano viril en la raza humana. Como era de esperarse, la obra se convirtió en un best seller a lo largo y ancho de los Estados Unidos y los medios de comunicación estuvieron más que complacidos de hablar de ello. (Spoiler: promedio de 9.7 cms. en reposo y 15.5 en su momento feliz, pero no se fíen, ya que cada encuestado suministró su propio dato).

        State Park,  Jared French, 1946

     
    Además de las de Kinsey (considerado por algunos el padre de la sexología moderna y por  otros el pionero de la nefasta ideología "progre"), las investigaciones de la dupla Masters-Johnson supusieron toda una revolución en la década de los 60, pués contribuyeron a desterrar muchos de los mitos que aún subsistían sobre el órgano sexual masculino en pleno siglo XX, por ejemplo la idea de que una generosa dotación genital estaba directamente relacionada con la idoneidad sexual del individuo.

    Pero los años sesenta también llevaron al pene a escenarios hasta entonces  impensables, como los mítines  y los discursos políticos. Grupos de mujeres, en voz cada vez más altisonante, comenzaron a acusarlo públicamente de ser utilizado como un arma de dominación.  El movimiento feminista consideró al miembro viril un instrumento opresivo, no sólo en el ámbito privado, sino además en la esfera pública.

"El pene como instrumento de trabajo para quitarle a Freud lo macho",Maris Bustamante,1982 
Una vez más, el órgano masculino era puesto contra el paredón, esta vez llegando a ser tildado de innecesario por sus más acérrimas detractoras ya que, según ellas, podía ser sustituído por uno de esos modernos artilugios electro-mecánicos que prometían dedicación individualizada y satisfacción garantizada.

    Afortunadamente para nuestro protagonista, los avances científicos salieron a la palestra con novedosas teorías que a la larga fueron capaces de  recomponer su reputación. El prodigio aconteció en 1982, cuando un médico francés de nombre Ronald Virag inyectó por error papaverina en la arteria cercana al pene de uno de sus pacientes. El resultado, saltó a la vista en plena mesa de operaciones y retomó los estudios de los mecanismos fisiológicos de la erección.   

    Bastante más efectista, aunque igualmente importante, fue la presentación que tuvo lugar durante el Congreso Americano de Urología celebrado en Las Vegas en 1983, cuando el inglés Sir Giles Brindley (sí, fue nombrado caballero por sus contribuciones a la bioingeniería), decidió bajarse los pantalones en el estrado para revelar ante sus colegas su erección inducida químicamente. Acto seguido, con los pantalones por debajo de las rodillas, se dirigió torpemente hacia la primera fila llena de urólogos horrorizados. Aquella famosa ponencia (junto a las investigaciones de mencionado Dr. Virag y un medicamento para la angina de pecho con efectos secundarios inesperados), se acreditan como las inspiraciones de Pfizer, para la producción del Viagra.

     El gran éxito comercial de la pastilla para la disfunción eréctil quedó patente cuando las ventas alcanzaron los mil millones de dólares durante el primer año, reflejando el inmenso impacto que este medicamento tuvo y tiene en la sociedad.

 
    El progreso de la bioquímica aplicada al funcionamiento del órgano masculino le permitió dejar atrás muchas de sus angustias existenciales y redimirse como una fascinante e infalible palanca que ahora era capaz de erguirse a voluntad. La historia contemporánea del pene pasó a ser una historia sanitaria, sí, pero también comercial, industrial y financiera. Ungüentos, cirugías, píldoras mágicas y alargadores mecánicos, confluyen en un mercado millonario en torno a los atributos masculinos. La famosa pastilla azul cotiza hoy en la bolsa de valores. Así va el más reciente capítulo de la saga -aún en desarrollo- de la historia del hombre y su apéndice colgante, pero... ¿será el último?  ¿Alguien se atreve a adivinar su futuro? 


@cristinadez

HOY EN EL BAR DE Z
"Kiss That Frog", de Peter Gabriel 


        La historia de Kiss That Frog está inspirada en el libro "Los usos del encantamiento: El significado y la importancia de los cuentos de hadas", de Bruno Bettelheim. El libro explora la relación entre los cuentos de hadas y los mitos freudianos y aborda el cuento The Frog Prince en términos sexuales. Gabriel concibió la canción mientras trabajaba en la banda sonora de la película Birdy (Alas de la libertad) en 1984. Este maravilloso video, dirigido por Brett Leonard, ganó los MTV Video Music Awards a los mejores efectos visuales en 1994.

CAPÍTULOS ANTERIORES

Breve Historia del Pene [2]

Breve Historia del Pene [1]



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