Breve historia del pene [3] Miembros famosos del club del falo


    Es bastante probable que esta misma mañana, entre los muros de la Galería de la Academia en la maravillosa ciudad de Florencia, algún turista se haya mofado (en voz baja, por supuesto, para no pasar por inculto), de las proporciones viriles del David de Miguel Ángel. Y es que, aunque parezca mentira, aún hoy, a más de 500 años de su conclusión, el gigante de mármol sigue siendo motivo de susurros y miradas indiscretas. 

     Para ser justos debemos mencionar que la estatua del David también causó revuelo en la Florencia del siglo XVI -entre otras razones- por asuntos "genitales".  Aunque en aquel momento la discusión no se centró en un tema de dimensiones, sí resultó rompedor el hecho de que este joven de cuerpo perfecto apareciera ante los ojos de los espectadores totalmente desnudo y con su órgano viril a la vista de todos.

La Edad Media y su oscuro velo sobre las partes non sanctas de la anatomía humana, había comenzado a resquebrajarse poco a poco para dar paso a una nueva etapa, mucho más honrosa y protagónica, en la historia del pene

    Simultaneamente al destape promovido una vez más por los artistas, los estudios anatómicos sobre cadáveres realizados por algunos hombres de ciencia contribuyeron  al derribo de varios de los mitos más extendidos en aquellos años acerca del órgano sexual masculino y su funcionamiento.

    Uno de los artífices de esta disrupción fue Leonardo Da Vinci.  Antes de la publicación de sus Tratados de Anatomía en 1508, se pensaba que la erección masculina era causada por la entrada de aire en el cuerpo. Pero Da Vinci logró comprobar el papel preponderante de la irrigación sanguínea en el mecanismo aupante del mismo.  Por otro lado, sus estudios establecieron una comunicación directa entre el miembro viril y el cerebro  a través de la médula espinal, hecho que permitió explicar cómo la denominada semilla masculina (que entonces se pensaba era originada en el cerebro), lograba llegar al órgano reproductor. No obstante y muy a pesar de sus propias teorías, el gran genio  renacentista -con un buen toque de humor-, escribió sobre el pene en sus diarios:

《 Parece que esta criatura tiene vida propia y una inteligencia separada del organismo más grande que la porta》

Al parecer Da Vinci no tuvo más remedio que sucumbir ante la evidencia de las fuerzas ocultas que rigen desde tiempos inmemoriales la pujante naturaleza del apéndice colgante en el género masculino. 

   Pero volvamos a Miguel Ángel.  Si bien su representación escultórica del David sustentaba su pequeña razón en la vuelta a los clásicos del arte renacentista, el tiempo se encargó de revindicarlo, tras la aparición, un par de siglos después, de un famoso micro pene que se convirtió en la comidilla de muchos historiadores: el del General Napoleón Bonaparte.

   De acuerdo a la leyenda, el austero miembro (que medía cuatro centímetros por efectos de una enfermedad glandular), le fue extirpado a su muerte en 1821 durante la autopsia ordenada por uno de sus más acérrimos enemigos: el Capellán castrense Ange Paul Vignali. Dicen las malas lenguas que el sacerdote no le perdonó nunca a Napoleón el hecho de haberlo acusado de impotente y que conservó durante varios años la pequeña muestra en su poder para finalmente traspasársela a un librero londinense.

Lo cierto es que casi un siglo más tarde, en 1927, el supuesto pene de Napoleón fue expuesto con bombos y platillos en el Museo de Artes Francesas de Nueva York.  En aquellos días, un periodista de la revista Time que acudió a la exhibición lo definió como "la tira maltratada de un cordón" y otro reportero lo tildó de "anguila encogida". Es interesante recordar que a pesar de los dimes y diretes, Napoleón se casó dos veces, tuvo un hijo y fue conocido como un incansable amante, ya que a donde iba, gustaba de conquistar también a alguna que otra mujer, especialmente si era ésta casada o comprometida. De acuerdo a la Revista Time, el supuesto pene de Napoleón permanece resguardado en un sótano de New Jersey y su actual  dueño, Evan Lattimer ha rechazado al menos una oferta de 85.000 euros por él.

   Otro de los miembros viriles que ha traspasado las barreras históricas (aunque por razones diametralmente opuestas), es el de Rasputín, monje y consejero de la Dinastía Romanov en la Rusia de 1900.  

Rasputín mantuvo hasta hace poco el honroso récord de inmodesta anatomía, algo que seguramente derivó de aquellas campañas de desprestigio con las que la aristocracia rusa intentaba demostrar que el monje no era en realidad un sanador espiritual sino más bien un depravado sexual.

    Pero como ocurre siempre en estos casos, las habladurías más bien aumentaron su reputación, al menos entre las damas.  Muy pronto se corrió la especie de que el miembro viril de Rasputín podía ostentar 40 centímetros en la más animada de sus situaciones y que, además, el asceta daba muestras de una resistencia sexual sobrehumana.  Tanto se exacerbó la leyenda, que el miembro sexual del "monje loco" también le fue extirpado luego de su asesinato en 1916 y  conservado a manera de trofeo.  Existen dos leyendas que explican lo que sucedió a partir de ese momento: una, que la doncella que se encargó de limpiar el sitio del asesinato se encontró con el miembro cercenado, lo conservó en un frasco y se lo dio a uno de sus parientes, que lo llevó subrepticiamente hasta Francia; y la otra, que una de sus amantes lo sustrajo “como recuerdo” tras la autopsia del curandero.


  El caso es que muchos años después apareció en París, como una especie de reliquia a la que se rendía culto en extraños “rituales de fertilidad”. La hija de Rasputín, Marie, exigió que le regresaran el miembro cercenado de su padre, y nadie sabe si tuvo éxito en su reclamo, pues el famoso órgano desapareció de la escena por varias décadas.

   La controversia resurgió en 1994 cuando un californiano anunció a los medios  que había adquirido el órgano en cuestión de un médico que durante años trabajó con la hija de Rasputín. Sin embargo tras hacer algunos análisis, resultó que la supuesta reliquia no era sino un aguacate de mar disecado. A pesar de ello, el mito de Rasputín se mantiene intacto en nuestros días,  supuestamente conservado en un frasco con formol y puede ser admirado en todo su esplendor en el Museo Erótico de San Petersburgo. "Se lo compré por 8.000 dólares a un anticuario francés, junto con archivos que contienen las cartas manuscritas de Rasputín", afirmó en una oportunidad el director del Museo, Igor Kniazkin.  

    Será un médico austríaco, a los albores del siglo XX, quien le otorgue al pene novedosas connotaciones y lo suba al estrado como uno  de los  más perturbadores influencers de la historia de la humanidad. Armado de su cigarro de fálico perfil, el Dr. Sigmund Freud responsabilizará al órgano sexual masculino de ser el principal motor del comportamiento humano: en las mujeres, por la envidia y el deseo de tenerlo y en los hombres, por el temor a perderlo.

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